Los bosques son antiguos, salpicados de luz solar. De cada arboleda y hondonada surgen deliciosas setas. Las morillas son las más buscadas en estos bosques, pero hay muchas variedades sabrosas y valiosas que esperan al coleccionista experto. Traiga una cesta si cree que es su día de suerte. Forrajee de noche y estará solo cuando tropiece con una bonanza. Si tiene hambre, ponga una sartén al fuego y disfrute del aroma de los rebozuelos mientras los saltea en mantequilla. ¿Se siente mercantilista? Venda boletus a los aficionados locales para obtener información que le ayude a encontrar lo que busca en las profundidades del bosque.
Morillas, un juego de cartas estratégico para dos jugadores, utiliza dos mazos: un mazo diurno (84 cartas) que incluye diez tipos diferentes de setas, así como cestas, sidra, mantequilla, sartenes y lunas; y un mazo nocturno más pequeño (8 cartas) de setas para buscar a la luz de la luna. Cada carta de setas tiene dos valores: uno para vender y otro para cocinar. La venta de dos o más setas similares otorga palos de forrajeo que amplían tus opciones en el bosque (es decir, el retablo de ocho cartas boca arriba en la mesa), permitiendo jugadas ofensivas o defensivas que cambian en cada partida. Cocinar conjuntos de tres o más setas parecidas -chisporroteando en mantequilla o sidra si el conjunto es lo suficientemente grande- da puntos para ganar la partida. Con setas venenosas que ejercen su ira y un límite de tamaño de mano que hay que manejar, la selección de cartas es una propuesta complicada en cada turno.
Después de cada turno, una carta del bosque pasa a una pila de descomposición que está disponible sólo por un corto tiempo. El mazo de día vuelve a llenar el bosque por la parte de atrás, creando el efecto de un paseo por el bosque en el que se recogen algunos bocados estratégicos, otros se pasan de largo y otros quedan por delante.
También se publica como "Fungi", aunque hay pequeñas variaciones entre estas versiones